1ª Etapa Cuadros 1975-1992.







Prólogo a cuadros 1975-1992


De mis primeras visitas, guiadas o no, al Museo del Prado, en mi temprana adolescencia, llegué a dos conclusiones que marcaron  parte de mi pintura. La primera es que viendo ’’Tránsito  de la Virgen’’ de Andrea  Mantegna  decidí que en pequeño formato se expresaba lo mismo que con grandes formatos. (Y mi pintura, sobre todo en esta 1ª Etapa, es casi toda en tamaño lámina, folio, etc.). La segunda, viendo los cuadros del Museo  y sobre todo los ‘’desastres y caprichos de Goya, me interesé por el reportaje de la historia. Andando el tiempo mi  interés se centraría en la expresión del  ‘reportaje’ del inconsciente tanto individual como colectivo. Un mundo de expresión rápida de realidades escondidas, arcanas, de locura a veces,… ( con el tiempo me he dado cuenta que poco recomendable). Yo venía del mundo católico  donde la sangre, la violencia y las victimas fascinaban grandemente  a las gentes y a mí en aquel entonces por lo menos.                                                                                            

Y es en esta 1ª Etapa que va de 1975 a 1992, coincidiendo con mis estudios universitarios, donde esta búsqueda a través de la pintura como amiga inseparable en tiempos que considero extraordinarios, convulsos, peligrosos, decisivos,… Llenos de  acontecimientos  personales y colectivos  de gran relieve, que transcurren entre 1975 y 1982.

Mi pintura de esta época se lleva a cabo  dentro de la filosofía del Arte Moderno, del AUTOMATISMO, buscando no lo totalmente irracional, sino aquello que está en la intersección de lo inconsciente y de lo consciente expresado sin censura, prejuicio, traba, filtro,…etc. Hasta el punto de que puedo hablar de INGENUISMO con respecto a los símbolos, significados,... 
Es una época, a pesar de ser de inicio, de investigación y experimentación constante tanto en temas como en materiales y  técnicas. Utilizo sobre todo las CERAS, que son una constante en toda mi carrera, y las uso con láminas de blog de dibujo de pintura, aunque también con cartulina,  papel, etc…Utilizo también tintas, carboncillo, bolígrafo, lápiz, acuarela , témpera,…Y en pocos casos hago collages: hojas recogidas de la calle, arandelas, botones, algunos billetes de metro, una servilleta (años después en la 2ª Etapa un profesor de la Escuela de Bellas Artes me recomendaba que llevara siempre conmigo un cuaderno de apuntes, pero el consejo llegó algo tarde.).

Tampoco me limito sólo a lo anteriormente descrito; también hago INTERPRETACIONES Y COPIAS de pintores famosos y no famosos.. Autorretratos, algunos retratos, trabajos de clase, etc… Tengo que decir que nunca tuve encargos, expuse unos cuantos años (en la 2ª Etapa = 1993-2004,) en un centro Cultural del Ayuntamiento de Madrid y en un restaurante. Por lo que podíamos llamar mi proyección pública y éxito de ventas me considero un ‘aficionado’.  Busqué formas más o menos nuevasotros conceptos de belleza, muchas veces imaginada, sin despreciar ninguna. Y sobre todo creí que el talento se expresa también con espontaneidad, imaginación, etcAunque la valoración se la dejo al espectador de esta mi obra. que durante tantos años me acompañó como fiel amante, de un mundo convulso, pero ,como todo, EXPRESABLE.



Madrid 22 de Agosto de 2012.  Antonio García Barrientos.









































































































































































































Segundo prólogo a Cuadros 1975-1992


El arte ocupó una parte de mi vida, junto con mis estudios de psicología y mis preocupaciones por asuntos sociales, políticos, religiosos… Son estos dibujos, imprecisos siempre, los que mejor expresan los avatares de algunos pasos de esa vida. Me encontraréis a lo largo de estas páginas dialogando con muchos y variados pintores de diversísimas tendencias y estilos. Lo veréis en mis dibujos y quizás en algunos de mis temas clásicos, Mis clásicos. Intenté diálogo, no copia; qué eludí siempre.
Impresionistas como Cézanne, Renoir, Degas, Monet… Sorolla, Goya, Matisse, Van Gogh… Cubistas como Picasso, Juan Gris, Braque, María Blanchard… Los surrealistas me aportaron gran libertad de espacio y de tiempo (De Chirico, Magritte, algo de Dalí…). Mis estudios sobre clásicos se centraron, en esa época, en Leonardo, Miguel Ángel y Rafael. Aunque mis más «visitados» eran Fray Angélico, Lucas Jordán, Velázquez, El Greco, Botticelli, Murillo… Marginales, como diría yo, por los medios que utilizaron, como Antonio Gaudí, Odilon Redon, y sus grandes resultados… Mondrian, Miró, Solana… Escultores como Gargallo, Giacometti, Rodin, Juan Haro… y tantos otros. Ellos eran mis pintores favoritos, o quizás aquellos donde fui orientado más o menos subrepticiamente, o libremente elegí, ¿quién sabe? Ellos me libraron de caer en cosas indeseadas por mí, fueron mi refugio «y parte de mi casa y de mi vida».
Durante épocas duras de mi vida como el servicio militar y otros avatares sociales, políticos, religiosos, fueron un consuelo, una evasión, una manera de escape, diálogo, conversación y conservación de mí mismo ante el exterior especialmente conflictivo, quizás. El tiempo de amistad, diálogo, esperanza… con ellos lo guardo, a pesar de haber perdido un poco de memoria, con inmensa gratitud.
Para mi deseo —que ahora me parece equivocado, confuso como casi todo— de expresar mis cosas y las de mi alrededor sin mucha técnica de dibujo, ni pictóricas; solo lecturas y breves tomas de contacto en escuelas (de arte y oficios) durante algunos años, me venían de maravilla estas inspiraciones. La libertad de dejar caer «directamente» a primer trazo líneas originales sobre el papel y situaciones e ideas diversas en diferentes planos —sólo he hecho bocetos, prácticamente—.                          A Juan Gris, Braque y María Blanchard los conocí (los leí) en la biblioteca pública de Santa Cruz de Tenerife donde me refugiaba huyendo de una funesta y monótona vida de soldado que, quizá, no quise ser en esos momentos. En cambio conocí bellos parajes de la isla, deliciosas comidas, melodiosas tardes dentro de la biblioteca, con mis amigos y fuera del soporífero calor exterior. Disfrutando entre lectura y lectura de la dulce belleza silenciosa de la bibliotecaria.
A los impresionistas los conocí en Madrid, en mi casa. Pertenecen al mundo de mi adolescencia y juventud, a mis primeros pasos y admiraciones de la pintura. Los visité también en Londres (National Gallery) y París (Louvre). Con ellos aprendí a mirar el mundo de una manera «súbitamente impresionante», y perdón por el juego de palabras. Sus cuadros evocaban en mí recuerdos de paisajes conocidos y parecidos de mi infancia; otros los reconocía inconscientemente, me resultaban de una extraña y fascinante familiaridad. También el cineasta y pariente de Renoir me gustó en mi juventud, junto tantos otros como Visconti y un largo etcétera. Amé la delicadeza casi infantil con que tratan sus cuadros, ¡y tantas otras cosas! Los clásicos se corresponden con mi primera adolescencia, las visitas al Museo del Prado entre silencios, ampulosidad y admiraciones. Lejano mundo en apariencia, donde tan cercano está todo lo que nos rodea históricamente y en nuestra cotidianidad. Están las cosa que han sido, son, y posiblemente serán aunque yo en mi aprendizaje me propusiera al verlas que algunas no se repitieran jamás, como Los desastres de la guerra de Goya. Allí conocí también a Leonardo, Rafael, Miguel Ángel, Fray Angélico, El Greco, Velázquez, Murillo, Lucas Jordán, Durero, Patinir, El Bosco…
En el silencio fecundo, y escaso para mí, aprendí y formé una parte de mi idea del mundo y de la pintura. Aprecié, quizás equivocadamente, maneras y formas de oración, belleza, historia, amor… también de horror y desdicha.
En este mundo fascinante de los museos y galerías, donde las pisadas nos trasladan a través de los siglos dejando patente la visión de otros autores y de su mundo, de su época, de su fantasía e historia, me desenvolví con el respeto casi de un templo, a pesar de que mi pintura poco tenga de academicista.
De los autores que yo llamaría «marginales» por los medios e imaginación que utilizaron, como Antonio Gaudí, Odilon Redon, Matisse, los dadaístas, aprendí a desenvolverme con elementos poco convencionales. He utilizado hojas recogidas de la calle, botones, plumas de aves, folios de papel de uso corriente; y como lo más normal, láminas o papel Ingres y unos pocos lienzos.
En cualquier caso veréis a lo largo de estas páginas mi pintura original, diálogos con otros pintores y mucha descripción de mí mismo, de lo que me rodeó, de mis fantasías, ilusiones, deseos, miedos y temores. En un estado de inocencia, alegría, felicidad y otras formas de sentimiento siempre añorado.
Quizás al observar estas páginas os encontréis en una situación de evasión parecida a la mía al empezar: os deseo suerte (y sensatez) y os mando un abrazo cordial.

Antonio García Barrientos
Madrid, noviembre de 1991





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